Galileo comenzó a observar Saturno a finales de julio con la intención de buscar más satélites para dedicárselos a monarcas que pudieran favorecerles. Pero en vez de lunas, se sorprendió al contemplar una “especie de aceituna con orejas”. Así que, erróneamente, llegó a la conclusión de que Saturno era una estrella triple.
Para evitar disputas en la prioridad de este descubrimiento, o simplemente que publicaran con otro nombre sus nuevas observaciones, envió mensajes cifrados a Vinta. Por ello causó sensación el mensaje que recibieron eminentes científicos de toda Europa como Kepler:
SMAISMRMILMEPOETALEUMIBVNENUGTTAVIRAS
Kepler lo interpretó como: Salve umbistineum geminatum Martia proles. Por lo que erróneamente lo atribuyó a algún descubrimiento sobre el planeta Marte. A final, por petición de Giuliano de Médicis, que era entonces emperador de Toscana del Sacro Imperio Romano, en Praga, Galileo interpretó el mensaje para el emperador alemán Rodolfo II y para el propio Kepler. Su contestación fue aclaratoria: “Saturno no es una única estrella, sino tres estrellas juntas que están en contacto. Con un telescopio de una potencia de mil aumentos pueden verse los tres globos clarísimamente, casi tocándose, sólo con un pequeño espacio entre ellos”.
Pero dos años después, en diciembre de 1.612, al volver a observar Saturno, Galileo fue incapaz de encontrar sus “asas”, viéndolo tan sólo como una pequeña esfera. Las preguntas lo asaltaron y llegó a dudar de sus investigaciones. Saturno parecía “haber devorado a sus hijos” y no sabía cómo.
El 3 de septiembre de 1.616 en una carta a Federico Cesi, le comunicó que en sus nuevas observaciones de Saturno, había descubierto que sus “orejas” ya no eran dos cuerpos definidos, sino que era mucho mayores y no redondos, sino con la forma de dos medios eclipses.
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